Marruecos, Norte del Rif.

Marruecos, Norte del Rif.

Embrujo constante.

No sé por dónde empezar; mi amor por Marruecos, su cultura, arquitectura, decoración, folklore y gastronomía va más allá de un destino, viene de familia.

Nací en Tánger, y aunque a muy corta edad regresé a mi país, España, siento un importante vínculo con mi tierra de nacimiento.


He viajado innumerables veces; un fin de semana, 5 días, 1 semana, al norte, al sur, sola, en familia, en grupo. Como viajera, como guía acompañante y siempre me traigo un enriquecimiento nuevo.
(Aun así tengo un viaje pendiente…. ¿Cómo puede ser? Me espera el desierto, que, Dios Mediante, pronto lo realizaré.)

Empezaré por esa ciudad que me vio nacer, Tánger.

Sólo nos separan 14km desde Tarifa, pero el cambio cultural, la diferencia de su gastronomía y forma de vivir, no te dejarán indiferente.
La historia de la ciudad ha sido grandiosa, y fue considerada una de las ciudades míticas del Mediterráneo de los años treinta y cuarenta.
La situación geográfica la impulsó a ser un enclave estratégico, convirtiéndose en el centro del tráfico del Mediterráneo, la “Puerta de África”. 

A principios del S. XX, se firmó el estado internacional de esta ciudad, dando albergue a innumerables personalidades importantes de la época, artistas, espías, gobernantes…  
Se asentó como protectorado español y francés.  
Época donde, gracias a ser paraíso fiscal, grandes empresas multinacionales tuvieron sede allí. Y las maravillosas y extensas playas que bañan el Mediterráneo y el Atlántico, junto a la temperatura, hicieron que turísticamente fuera un boom.

Convivían la cultura árabe, judía y cristiana en armonía y apoyándose, todas a una, una ciudad cosmopolita, donde se podían encontrar los más diversos productos internacionales en respetuosa convivencia.

Todo eso llevó a la grandeza de Tánger y a Tetuán, llegado a ser Tetuán, (conocida como La Paloma Blanca),  la capital de la región y convirtiéndose ambas en las grandes ciudades del Norte del Rif, como se le llama a la zona, gracias a sus montañas.

En realidad y pese al deterioro, la influencia europea se puede ver aún en sus calles, edificios y millones de tiendas. Un contraste de lo nuevo y lo viejo.

El tangerino, es abierto y respetuoso, comerciante, regateador por naturaleza y uno de los mejores anfitriones.

Pasear por la avenida Mohamed VI, el Boulevard Pasteur, el café Paris y ver los cafetines llenos de hombres sentados, tomando el té moruno, (té verde con muchas hierbabuena), a los que los marroquís de guasa conmigo le llaman el “whisky musulmán”.

La emblemática puerta de la antigua calle Italia, da paso a multitud de tiendas  y me trae especial recuerdo ya que mi abuelo intervino en la construcción de la pequeña muralla que separa la calzada del parque.

El hervidero de sus calles te indica que te estás acercando al Zocco; desde la puerta, el olor te invita a comprar la fruta de temporada, las fresas, las brevas… todo te llama.

Asombroso ver cómo en un puesto te venden zapatos y en el de al lado verduras, o menaje para la cocina y  a las j'ibilas, (mujeres vestidas con el típico atuendo de las montañas), vendiendo lo que han recolectado esa misma mañana de su campo. Eso es Tánger, se mezcla el turista boquiabierto, y el nacional, con sus quehaceres diarios, lo moderno con lo antiguo, lo rico con lo pobre.

Una parada que me llena de vida, es cuando me tomo un té en el cafetín del centro del Zocco chico y observo el aguador (señor con un atuendo típico de las montañas, con cuencos pequeñitos ofreciendo agua por unos Dírham), el que vende calentita (un pudin de harina de garbanzo) o Harcha (pan típico hecho con sémola)….

J'ibilias

J'ibilias

El Aguador

El Aguador

Deambular por la Kasbah, en busca y al encuentro de no sabes que…. Vivir, sentir!!!, eso sí, siempre compras algo, souvenirs, chaquetas de cuero, bolsos de cuero, babuchas, kaftanes, decoración…. Es magia, pero siempre picas jajajaja.

Ya fuera del centro de la ciudad, pasar por el barrio Americano, y toparte con casas de lujo, majestuosos palacios de Reyes y príncipes árabes, presidentes, artistas…. Contraste absoluto con lo que has dejado atrás. Ruta que te lleva al Monte de Tánger, al Cabo Espartel, donde se encuentran el Mar Mediterráneo y el Océano Atlántico, Las Grutas de Hércules parada obligada, para escuchar la leyenda y hacer fotos espectaculares.

Este camino nos lleva a Asilah, pueblo pesquero, blanco, con gastronomía diversa, donde destacan el pescado y el marisco.
Su medina es pequeñita, la más limpia de todo Marruecos. Puedes ver como la cultura portuguesa y española de su historia están en sus calles.
También fue protectorado español aún siguen viviendo muchos españoles.

Es más tranquila que su vecina, pero con una diferencia interesante de disfrutar. Pasar por su puerta para entrar en la medina, discurrir por sus calles te llevarán a hacer la parada indispensable en el bastión suroeste de las murallas defensivas, construida por los portugueses en el S. XV, donde puedes observar el muro en contraste con el océano y el blanco impecable de las casas de Asilah.
Sus edificios neoárabes se conservan en perfecto estado, restaurados y rehabilitados.

Pueblo bohemio, que da alojamiento a artistas y escritores. Prueba de ello podemos ver estos preciosos murales por sus calles, que cambia cada año.

Sin lugar a duda, no te puedes ir de este magnífico pueblo sin comer en Casa García, para degustar pescados y mariscos recién pescados, regentado desde hace más de 80 años por españoles, donde siempre se come bien, un marisco de calidad y pescado frito al más puro estilo andaluz.

Otra de mis excursiones estrellas para unos días es Chefchaouen, pueblo que enamora a todo el que lo visita.
Fundado por los bereberes en el S.XV y acogiendo, más tarde, a los moriscos y judíos expulsados de España, los que construyeron este precioso pueblo.

Gracias a su enclave, en la ladera de las montañas del Rif, (significado de Chefchaouen, mirar los cuernos) su embrujo es aun más grande.

Mi experiencia como guía acompañante, es que entrando con el bus al pueblo, los viajeros me suelen decir, “pues esto no es lo que he visto”. Este pueblo moderno, bastante parecidos a los otros, ¿Dónde está el encanto, Marisa?..... Paciencia señores…..

Entrar a su medina por su puerta principal por su arco antiguo, al sur de la misma, estrecho y súper concurrido, te va haciendo a la idea de lo que te vas a encontrar. Al hacer una pequeña parada aquí y recrearte en esta puerta ya cambia la historia.
Entre sus murallas encontramos todas sus fachadas en azul, encanto, bullicio, cuesta, tiendas y restaurantes con su típica decoración. Artesanos, a los que puedes ver trabajar.

El hechizo de este pueblo lo sientes en todas sus calles y en sus teterias.

Recorrer esta medina, y encontrarte con la Kasbah, el Zocco, la Alcazaba, la Gran Mezquita, el lavadero… es sin duda una visita inolvidable.

Consejo: no os vayáis sin comer en casa Hassan, es un restaurante de comida tradicional con su decoración típica, sus salas de dividen en diferentes pisos. Hacerte fotos en todos sus rincones y subir a la terraza, donde tienes una bonita vista de toda la ciudad; comerte un trajine de ternera con prunas, almendras y orejones (se me hace la boca agua), junto con un té moruno es el colofón final de esta visita en el centro de la medina.

Yo ya tengo mono por ir, así que lo haré en cuanto nos lo permitan.

¿Quieres venir?

Vamos!!

Como siempre digo, Marruecos no te deja indiferente. Realmente todo el que ha ido conmigo a visitarlo lo ha amado, y deseoso de volver, casi tanto o más que yo.

Pregúntame tips, cómo ir, cuándo, estaré encantada de asesorarte.

                 Artículo creado por Marisa Barcía, nuestra enamorada de Marruecos.

Fotos de Marisa Barcia